El Estado chileno entrega alimentación diariamente a cerca de dos millones de estudiantes en cerca de 10 mil escuelas públicas y particcular subvencionadas. Debido a la escasa cantidad de fiscalizadores, la supervisión tradicional ha dado muestras de falencias. Robo y venta de raciones, rompimientos de la cadena de frío, falta de aceptabilidad de las minutas, algunos incumplimientos de las bases de licitación. En resumen, existe un cuestionamiento a la calidad de la alimentación que reciben los niños y jóvenes más vulnerables de Chile. Y eso queda periódicamente reflejado en los medios de comunicación.
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